16 de julio de 2025

Durante décadas, Microsoft ha luchado por mantener sus productos como referentes en el mundo tecnológico, incluso cuando el mercado y los usuarios claramente le gritaban que había mejores alternativas. ¿Un ejemplo claro? Internet Explorer, un navegador lento, inseguro y obsoleto que se convirtió en el hazmerreír de la red. Tuvieron que pasar años de parches, burlas y caídas en el uso global para que Microsoft finalmente lo abandonara y se rindiera… ¿cómo? Sacando Edge, un navegador basado en Chromium, el motor de Google Chrome, el más usado y eficiente del mundo. En otras palabras, tiraron la toalla y clonaron lo que ya funcionaba.

Y es aquí donde muchos pensamos: ¿por qué no hacen lo mismo con Windows?

¿Por qué seguir estancados en Windows cuando pueden evolucionar hacia Linux?

Año tras año, Windows sigue pidiendo más y más recursos, obligando a millones a cambiar de hardware solo para ejecutar un sistema lleno de bloatware, servicios innecesarios, telemetría intrusiva y fallas de seguridad constantes. ¿De verdad tiene sentido seguir forzando a los usuarios a vivir en ese ecosistema cuando existen alternativas como Linux, que es más rápido, más estable, más seguro, más personalizable… y sobre todo, gratuito?

Microsoft ya lo sabe. No es casualidad que en los últimos años hayan empezado a coquetear con Linux:

  • Subida a GitHub (también de su propiedad).
  • Lanzamiento del subsistema WSL, para correr Linux dentro de Windows.
  • Integración de bash, OpenSSH, e incluso soporte para distros como Ubuntu y Debian.

¿A qué están jugando? ¿Por qué no dar el paso definitivo y hacer de Windows una distro Linux moderna, segura y vitaminada?

WSL es un parche, no una solución

El WSL (Windows Subsystem for Linux) ha sido útil para desarrolladores y sysadmins, sí. Pero sigue siendo una trampa: no es una distro Linux real, es una especie de emulación, un híbrido incómodo que no resuelve nada, porque Windows sigue siendo Windows, con su NTFS, su kernel arcaico, su panel de configuración a medio camino entre el 2010 y el 1998.

Lo que debería hacer Microsoft es lo mismo que hizo con Edge:

  • Reconocer que ya hay algo mejor.
  • Tomarlo como base.
  • Ponerle su propio sabor y estilo.
  • Y ofrecer una nueva experiencia sólida, moderna y compatible con todo lo anterior.

Los usuarios lo están pidiendo

Cada vez más personas, cansadas del abuso de Microsoft, están migrando a Linux. Las estadísticas de uso en escritorios alternativos suben cada año, y distribuciones como Ubuntu, Fedora, Linux Mint o Bazzite (especializada en gaming) ya ofrecen lo que Windows no puede ofrecer sin arrastrar errores del pasado.

Y si Microsoft no lo hace, eventualmente quedará rezagado, mientras el mundo evoluciona hacia plataformas abiertas, éticas y centradas en el usuario.

¿Y si Windows se convirtiera en una distro Linux?

Imagínalo: un sistema operativo que mantenga toda la compatibilidad con el software nativo de Windows, que aproveche el enorme ecosistema de aplicaciones, herramientas profesionales y videojuegos que ya existen… pero corriendo sobre un núcleo Linux, robusto, seguro, confiable, y libre del caos del actual sistema de actualizaciones de Microsoft.

Con proyectos como WSL (Windows Subsystem for Linux), ya han demostrado que pueden integrar lo mejor de ambos mundos. Pero en lugar de seguir fingiendo que Windows puede transformarse en algo moderno y eficiente desde su núcleo NT, ¿por qué no dar el salto completo? Hacer de Windows una distro Linux real. Un «Winux», si se quiere.

Microsoft ya no necesita controlar cada bit del sistema operativo. Necesita confiar en los estándares abiertos, en la comunidad global de desarrollo, en la estabilidad de Linux… y aportar donde realmente son buenos: la interfaz de usuario y el software empresarial.

Que se olviden de dominar el ecosistema

Es hora de que Microsoft deje de insistir en querer controlar absolutamente todo su ecosistema desastroso, mal optimizado y lleno de telemetría intrusiva. Necesitan aceptar que su obsesión por el control absoluto ha llevado a un sistema que consume más recursos con cada versión, que castiga a los usuarios fieles con errores que nunca se corrigen del todo y que convierte el simple acto de usar una PC en un campo minado de reinicios inesperados, pantallas azules y diagnósticos absurdos.

Deberían enfocarse en lo que realmente hacen bien: el entorno gráfico. Imagina que Microsoft creara su propia versión de KDE Plasma, adaptada a su estilo visual, intuitiva, atractiva, poderosa, pero corriendo sobre Linux. Sin limitaciones absurdas, sin forzar el uso de servicios que nadie pidió, sin tratar de encerrarnos en su ecosistema.

Y sí, Microsoft Office es un software excelente, quizás uno de los pocos productos por los que realmente vale la pena pagar. Sus herramientas empresariales, como Excel, Word, Outlook y PowerPoint, están a un nivel que pocas suites alcanzan. ¿Por qué no simplemente portar estas maravillas a un sistema operativo Linux completo, funcional y sin las ataduras de Windows?

El fracaso en mantener un sistema operativo digno

Seamos sinceros: mantener Windows funcionando de forma decente nunca ha sido el fuerte de Microsoft. Las constantes actualizaciones que rompen cosas, los bugs eternos, las incompatibilidades absurdas… todo eso ha hecho que muchos usuarios finalmente busquen alternativas. Y las encuentran. Porque Linux ya no es ese sistema para “hackers” o “nerds”. Hoy es accesible, estético, funcional y gratuito.

Microsoft debería renunciar a su modelo tradicional y evolucionar hacia algo que respete al usuario, que no lo obligue a cambiar de computadora cada tres años porque la nueva versión del sistema pesa más que una instalación de Adobe completa.

Resumen

Microsoft dio el paso con su navegador y no le fue nada mal. Edge (basado en Chromium) es mucho mejor que Internet Explorer jamás lo fue. Entonces, ¿qué esperan para hacer lo mismo con Windows?

Es hora de abandonar el ego, dejar atrás el lastre de décadas, y ofrecer un verdadero sistema operativo del futuro: abierto, potente, ligero, libre de basura, y sobre todo… útil.

El camino ya está marcado. Solo hace falta que Microsoft lo recorra. O que el mundo siga sin ellos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *