20 de agosto de 2025

Durante décadas, Microsoft fue reconocido como el símbolo del software propietario y como un defensor acérrimo de su ecosistema Windows. Sin embargo, el panorama tecnológico actual ha llevado a la compañía a una situación que, años atrás, habría sido impensable: hoy, Microsoft gana más dinero con servidores Linux en su plataforma en la nube Azure que con sus propios servidores Windows.

Este giro no es un rumor ni una teoría, sino una consecuencia directa de la evolución del mercado de la computación en la nube y de la forma en que las empresas desarrollan y despliegan sus soluciones. Microsoft, que en los años 2000 veía a Linux como una amenaza, ahora lo ha convertido en uno de sus principales aliados… y en una de sus mayores fuentes de ingresos.


De “Linux es un cáncer” a “Microsoft ama a Linux”

En el pasado, la relación de Microsoft con Linux estaba marcada por la confrontación. Frases célebres de exdirectivos, como que Linux era un “cáncer” para el software propietario, reflejaban la mentalidad de una compañía que veía el código abierto como un competidor directo de Windows Server.

Sin embargo, el crecimiento explosivo de la nube y la popularidad de entornos basados en Linux en empresas de todo el mundo obligaron a Microsoft a repensar su estrategia. Azure nació en 2010 como una plataforma enfocada en servicios cloud y, con el tiempo, se convirtió en un ecosistema abierto, compatible con múltiples sistemas operativos, bases de datos y herramientas de código abierto.


El negocio real de Azure

Hoy en día, Azure es uno de los pilares económicos de Microsoft. El modelo de negocio no se basa únicamente en vender licencias de software, sino en ofrecer infraestructura, plataformas y servicios que las empresas puedan usar sin importar si ejecutan Windows, Linux u otros entornos.

En este contexto, Linux se ha convertido en protagonista. Según reportes internos, más del 50% de las instancias en Azure funcionan con alguna distribución de Linux, incluyendo Ubuntu, CentOS, Debian, Red Hat Enterprise Linux y SUSE. Esto ocurre porque muchas aplicaciones modernas, en especial las relacionadas con inteligencia artificial, big data, desarrollo web y contenedores, se construyen sobre Linux por su flexibilidad, seguridad y compatibilidad con tecnologías emergentes como Kubernetes y Docker.

Paradójicamente, esto significa que Microsoft genera enormes ingresos cobrando por servidores, almacenamiento, redes y servicios de administración… incluso cuando el sistema operativo que se ejecuta no es Windows. En otras palabras, gana dinero con la infraestructura, no necesariamente con su propio software.


Una aceptación forzada, pero estratégica

Lo irónico para muchos analistas es que Microsoft no solo ha aceptado esta realidad, sino que la promueve activamente. Azure ofrece soporte de primer nivel para Linux, herramientas optimizadas para su gestión e incluso servicios como Azure Kubernetes Service, que dependen principalmente de entornos Linux.

Esta tolerancia no es fruto de una conversión ideológica, sino de una adaptación pragmática: Microsoft entendió que pelear contra Linux en la nube era una batalla perdida. La única forma de mantener su relevancia era abrazar el software libre, integrarlo en su ecosistema y convertirlo en una vía más de ingresos.


La ironía del presente

La situación actual refleja una ironía histórica: la misma empresa que en los 90 y principios de los 2000 intentaba frenar el avance del software libre, ahora depende en gran parte de él para mantener su liderazgo en la nube.

En cierto modo, Microsoft no vende Linux… pero vende Linux “empaquetado” dentro de Azure, junto con todos los servicios y herramientas adicionales que lo hacen atractivo para las empresas. Esto demuestra que en el mundo de la tecnología, la flexibilidad y la capacidad de adaptación valen más que la fidelidad a viejas ideologías.


Conclusión

Microsoft Azure no es solo una plataforma en la nube; es un reflejo del cambio radical que ha vivido la compañía. Su éxito con Linux es un recordatorio de que, en un mercado global y competitivo, la apertura y la interoperabilidad pueden ser más rentables que el control absoluto.

En este nuevo escenario, Microsoft ha pasado de combatir a Linux a beneficiarse económicamente de su crecimiento, demostrando que, en los negocios, los viejos rivales pueden convertirse en los mejores socios… siempre y cuando haya millones de dólares de por medio.

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