Makanaki, el autoproclamado «rey de los especiales», caminaba derrotado por las calles, arrastrando los restos de su dignidad como si fueran una capa invisible de tristeza. Su gran hazaña, su «obra maestra», había sido frustrada por policías que, al parecer, no entendieron el arte detrás de su locura. Y como si eso no fuera suficiente, las mismas personas que horas antes clamaban por el caos ahora se burlaban de él con carcajadas que resonaban en su mente como cuchillos.
«¡Idiotas, no saben quién soy! ¡La puta fama era mía!» gritaba al aire, mientras las lágrimas rodaban por su rostro. Un niño pequeño, que lo reconoció desde el stream, le lanzó una bolsita de ketchup y salió corriendo. «¡Yo seré especial, pero tú eres un moco con patas!», le respondió Makanaki, en su ya clásica lógica brillante.
Y en el fondo de su mente, Andyzein, ese «gil supremo», se alzaba como el villano definitivo. «¡Es culpa suya, ese gil lo planeó todo! ¡Él y los policías! ¡Y esas plataformas que no me entienden!» decía mientras pateaba una lata en su camino. Por supuesto, Andyzein ni sabía que existía, pero para Makanaki, eso era un detalle menor en su película mental de conspiraciones.
La multitud seguía a lo lejos, algunos grabando, otros gritando cosas como «¡Makanaki, vete a tu planeta especial!» o «¡Vístete, por favor, que los niños están mirando!». Sin embargo, nada dolía más que el eco de su propia derrota. La gloria que imaginó nunca llegó, pero su guerra personal contra el mundo apenas empezaba.
«Ya verán. ¡Volveré! Y esta vez, seré el más grande… ¡El más especial de todos los especiales!» clamó, mientras se subía al bus equivocado, rumbo a un distrito que no conocía. Porque claro, hasta en su salida triunfal, Makanaki tenía que ser Makanaki.
No vivas frustrado Makanaki Mi king desde aca te decimos que tu intento de figurar almenos sera recordado.