En los últimos meses, la relación entre la inteligencia artificial (IA) y la industria musical ha estado en el centro del debate, y un reciente caso en Estados Unidos ha puesto en evidencia el riesgo latente de las nuevas tecnologías. Un músico y productor desconocido, Michael Smith, de 52 años, logró acumular más de 10 millones de dólares en regalías en plataformas de streaming como Spotify, Apple Music y Amazon Music, utilizando música generada por IA y un ejército de bots para reproducir sus temas automáticamente. El fraude, que se mantuvo oculto durante siete años, ha sacudido a la industria y al FBI, quienes arrestaron a Smith esta misma semana.
El auge sospechoso de un productor anónimo
Michael Smith, originario de Cornelius, Carolina del Norte, parecía ser un productor más en el vasto océano de la música digital. Con un pequeño catálogo de canciones, nadie habría imaginado que en tan poco tiempo ganaría millones en regalías. Sin embargo, fue precisamente este repentino éxito lo que llamó la atención de las grandes discográficas como Sony, Warner y Universal. Preocupadas por el ascenso vertiginoso de Smith, las disqueras empezaron a investigar y finalmente el FBI tomó el caso.
El modus operandi detrás de este esquema fraudulento fue simple pero devastador para la industria. Smith creó cientos de miles de cuentas falsas y, utilizando estas cuentas, transmitía automáticamente su música generada por IA en bucle. Esto le permitió generar hasta 661.440 reproducciones diarias, lo que resultaba en regalías de 1,2 millones de dólares al año. A lo largo de siete años, la suma final ascendió a más de 10 millones de dólares.
Un fraude a gran escala
El caso ha dejado atónitos a muchos por la magnitud del fraude. Según el fiscal federal Damian Williams, Smith logró engañar al sistema y desviar dinero que debía pertenecer a los artistas. Las regalías generadas por las reproducciones fraudulentas provenían de un fondo reservado para los músicos que suben sus composiciones a plataformas de streaming. De esta manera, no solo engañaba a las plataformas, sino que también robaba indirectamente a otros artistas legítimos.
Las alarmas no saltaron durante años porque Smith fue lo suficientemente inteligente como para modificar su estrategia cuando las plataformas comenzaron a mejorar sus sistemas de detección de fraude. En un principio, en 2017, Smith utilizaba sus propias canciones para generar reproducciones falsas, pero cuando las plataformas empezaron a notar la repetición anormal de los mismos temas, él cambió su enfoque. En lugar de usar unas pocas canciones, comenzó a generar cientos de miles de temas creados por IA, diversificando así su catálogo para evitar ser detectado.
El ingenioso plan detrás del fraude
Smith no actuó solo. Según la acusación, en 2018, al darse cuenta de los límites que las plataformas imponían, envió mensajes a dos amigos en los que explicaba que necesitaba «un MONTÓN de canciones rápidamente para que esto funcione en torno a las políticas antifraude». La estrategia era clara: si había demasiadas canciones diferentes reproduciéndose, las plataformas no podrían identificar un patrón sospechoso.
El éxito de su esquema se basaba en el volumen. Cuantas más canciones generara y más cuentas falsas usara para transmitirlas, más difícil sería para las plataformas descubrir el fraude. De hecho, la acusación reveló que Smith era extremadamente consciente de las reglas de las plataformas de streaming y de cómo burlarlas.
Un aviso a la industria musical
Este caso marca un antes y un después en la relación entre la inteligencia artificial y la música. No es solo un golpe a las plataformas de streaming, sino un claro recordatorio de que la tecnología avanza a un ritmo mucho más rápido que las leyes y los mecanismos de control. La creación de música generada por IA, combinada con el uso de bots para inflar artificialmente las reproducciones, plantea serias preguntas sobre el futuro de la industria.
Además, este caso pone en jaque a los sistemas antifraude de las plataformas, que si bien han mejorado con los años, aún parecen ser vulnerables a esquemas bien planificados como el de Smith. Para los artistas legítimos, esto significa una competencia desleal, en la que las regalías que deberían recibir se desvían a manos de estafadores.
¿Qué sigue para la industria?
La música generada por IA y la automatización de procesos como las transmisiones en streaming seguirán evolucionando, pero casos como el de Michael Smith son un claro llamado de atención. Es imperativo que las plataformas de streaming refuercen sus sistemas de detección y que las leyes se adapten a la realidad tecnológica.
Smith se enfrenta a múltiples cargos graves, y de ser declarado culpable, podría pasar hasta 60 años en prisión. Sin embargo, más allá de su caso individual, el verdadero desafío será cómo la industria se adapta a un mundo donde la inteligencia artificial y los fraudes tecnológicos se entrelazan cada vez más. En un escenario donde la tecnología y la música aún buscan un equilibrio, este caso es, sin duda, un aviso a navegantes.