22 de diciembre de 2024

Aaron Swartz fue un programador, escritor y activista político estadounidense que se destacó por su trabajo en la promoción de la libertad de información y el acceso abierto a la cultura y el conocimiento. Nació el 8 de noviembre de 1986 en Chicago, Illinois, y desde temprana edad mostró un talento excepcional en el campo de la tecnología.

Swartz fue un defensor apasionado del acceso abierto a la información académica y científica. A los 14 años, fue uno de los desarrolladores clave del formato RSS, una tecnología utilizada para la distribución de contenido en línea. Más tarde, cofundó la empresa de software Infogami, que luego se fusionó con la plataforma de noticias Reddit.

Además de sus logros tecnológicos, Swartz también fue un activista político comprometido. Participó en campañas en contra de leyes como SOPA (Stop Online Piracy Act) y PIPA (Protect IP Act), que buscaban restringir la libertad en internet. Swartz creía firmemente en el libre acceso a la información y en la importancia de la transparencia en el gobierno y las instituciones.

Sin embargo, la vida de Swartz dio un giro trágico cuando fue arrestado en 2011 por descargar masivamente artículos académicos de JSTOR, un repositorio de documentos académicos. Aunque JSTOR decidió no presentar cargos, el gobierno federal de los Estados Unidos decidió procesarlo. Enfrentando la posibilidad de una larga condena en prisión, y después de luchar contra la depresión, Aaron Swartz se suicidó el 11 de enero de 2013, a la edad de 26 años.

La muerte de Swartz provocó un debate público sobre la persecución del gobierno federal de los Estados Unidos y generó un mayor interés en la causa por la que había luchado. Su legado sigue vivo en el movimiento por el acceso abierto y la libertad en internet, y su historia es recordada como un recordatorio de los desafíos que enfrenta la libertad de información en la era digital.

Problemas con el Gobierno de EEUU

Aaron Swartz fue amenazado por el gobierno de Estados Unidos debido a su actividad relacionada con la descarga masiva de artículos académicos de JSTOR. En 2011, Swartz accedió ilegalmente a la red de la Universidad de Massachusetts Institute of Technology (MIT) y descargó aproximadamente 4 millones de artículos de JSTOR, un servicio de almacenamiento y distribución de contenido académico.

JSTOR es un servicio de suscripción que proporciona acceso a una amplia gama de artículos académicos y científicos. Aunque Swartz tenía la intención de hacer que estos artículos estuvieran disponibles de forma gratuita en línea, su acción se consideró una violación de los términos de servicio de JSTOR y una infracción de la ley federal de computadoras y de los derechos de autor.

El gobierno de Estados Unidos presentó cargos contra Swartz por fraude informático, entre otros delitos, que podrían haber resultado en una condena de hasta 35 años de prisión y una multa de un millón de dólares. Aunque JSTOR retiró su queja y decidió no perseguir acciones legales contra Swartz, el gobierno federal de Estados Unidos siguió adelante con el caso.

La persecución de Swartz por parte del gobierno fue ampliamente criticada y generó un debate sobre la dureza de las leyes relacionadas con el acceso a la información en línea y la protección de los derechos de autor. Muchos consideraron que la respuesta del gobierno era desproporcionada en relación con el delito cometido por Swartz y que reflejaba problemas más amplios relacionados con la libertad en internet y el acceso abierto a la información académica.

Muerte de Aaron Swartz

Aaron Swartz falleció el 11 de enero de 2013 a la edad de 26 años. Se suicidó en su apartamento en Brooklyn, Nueva York. Swartz había luchado contra la depresión durante mucho tiempo, y su muerte fue un trágico final que conmocionó a muchos en la comunidad de internet y en el mundo en general. Su muerte generó un intenso debate sobre la persecución federal en su contra y planteó preguntas sobre el sistema de justicia penal y la salud mental.

Manifiesto por la Guerrilla del Acceso Abierto (GOA)

La información es poder. Pero como todo poder, hay algunos que quieren quedárselo para sí mismos. La herencia científica y cultural completa del mundo, publicada por siglos en libros y revistas, está siendo cada vez más digitalizada y cerrada por un puñado de corporaciones privadas. ¿Quieres leer los papers que incluyen los resultados más famosos de las ciencias? Tendrás que enviar enormes cantidades a editoriales como Reed Elsevier.

Hay aquellos que luchan para cambiar esto. El Movimiento por el Acceso Abierto ha peleado valientemente para asegurar que los científicos no entreguen sus derechos de autor, y en lugar de ello se aseguren que su trabajo sea publicado en Internet, bajo términos que permitan a cualquiera acceder a él. Pero incluso bajo el mejor de los escenarios, su trabajo sólo aplicará para aquellas cosas publicadas en el futuro. Todo hasta ese momento se habrá perdido.

Es un precio demasiado alto que pagar. ¿Forzar a los académicos a pagar dinero para leer el trabajo de sus colegas? ¿Escanear bibliotecas completas, pero solo permitir a la gente de Google leerlas? ¿Proveer artículos científicos a aquellas universidades de elite en el Primer Mundo, pero no a los niños en el Sur Global? Es indignante e inaceptable.

«Estoy de acuerdo», muchos dicen, «¿pero qué podemos hacer? Las compañías que tienen los derechos de autor, generan enormes cantidades de dinero cobrando por acceso, y es perfectamente legal – no hay nada que podamos hacer para detenerlos». Pero hay algo que sí podemos, algo que ya se ha estado haciendo: podemos pelear.

Aquellos con acceso a estos recursos – estudiantes, bibliotecarios, científicos – se les ha entregado un privilegio. Pueden alimentarse en este banquete del conocimiento mientras el resto del mundo se queda afuera. Pero no necesitan – en realidad, moralmente no pueden – mantener este privilegio solo para ustedes. Tienen un deber de compartirlo con el mundo. Y lo han hecho: compartiendo contraseñas con colegas, llenando los requerimientos de descargas para amigos.

Mientras tanto, aquellos que han quedado afuera no están parados ociosamente. Se han escabullido por los agujeros y trepado sobre las cercas, liberando la información cerrada por las editoriales y la han compartido con sus amigos.

Pero toda esta acción ocurre en la oscuridad, escondida bajo tierra. Es llamado robo o piratería, como si compartir una riqueza de conocimiento fuera el equivalente moral de asaltar un barco y asesinar a su tripulación. Pero compartir no es inmoral – es un imperativo moral. Solo aquellos cegados por la avaricia rechazarían dejar que un amigo haga una copia.

Las grandes corporaciones, por supuesto, están cegadas por la avaricia. Las leyes bajo las cuales operan lo requieren – sus accionistas se rebelarían ante otra cosa. Y los políticos que han comprado para que los apoyen, pasando leyes que les dan poder exclusivo para decidir quién puede hacer copias.

No hay justicia en seguir leyes injustas. Es tiempo de salir a la luz, y en la gran tradición de la desobediencia civil, declarar nuestra oposición a este robo privado de la cultura pública.

Necesitamos tomar la información, donde sea que esté almacenada, hacer nuestras copias y compartirlas con el mundo. Necesitamos tomar las cosas que están sin copyright y añadirlas al archivo. Necesitamos comprar bases de datos secretas y ponerlas en la red. Necesitamos descargar las revistas científicas y subirlas a redes para compartir archivos. Necesitamos pelear por la Guerrilla del Acceso Abierto.

Con suficientes de nosotros, alrededor del mundo, no solo enviaremos un fuerte mensaje oponiéndonos a la privatización del conocimiento – haremos que sea algo del pasado. ¿Te unirás a nosotros?

Aaron Swartz

Julio 2008, Eremo, Italia

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